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MozART Group hace de la música clásica un banquete de carcajadas

Con aplausos, la agrupación polaca fue obligada a regresar tres veces al escenario para dar más de su arte y comedia.

Notimex
08/06/19

MozART Group hace de la música clásica un banquete de carcajadas

FOTO: Notimex.

Ciudad de México.- Quien no haya asistido a un concierto de música clásica, es probable que precalifique la experiencia como algo solemne y aburrido, pero no lo es, y menos si éste lo ofrece MozART Group, agrupación polaca que además de entregar arte a través de las cuerdas, provoca a plenitud las carcajadas del público.

Esto fue lo que ocurrió la noche de este viernes durante el recital que Bolek Blaszczyk (violonchelo), Michal Sikorski (segundo violín), Pawel Kowaluk (viola) y Filip Jaslar (primer violín) ofrecieron en un escenario de la colonia San Rafael de la Ciudad de México.

Al disminuir de intensidad las luces de la sala, los asistentes guardaron silencio para que los músicos hallaran la concentración ideal e iniciaran su presentación, pero algo ocurrió. Uno de ellos no estaba en el escenario y era imposible comenzar.

A lo lejos se escucharon pasos acelerados que hicieron voltear al público hacia atrás. Sí, se trataba de Bolek Blaszczyk, quien apurado y con violonchelo en mano, arribó por la puerta principal para enfilarse a sus compañeros y, entonces, dar inicio a la magia musical.

El hecho arrancó las risas de los espectadores y fue tan sólo un adelanto de lo que estaría a punto de suceder.

Las obras de Mozart marcaron el inicio del recital. Todo se mostraba solemne hasta que entre sus acordes “la orquesta de los presos empezó a tocar, tocaron rock and roll y todo se animó, y los cuates se pusieron a bailar el rock”.

El público no daba crédito cuando los músicos hacían “bailar” a sus instrumentos y, a través de gesticulaciones, iban contagiando de su entusiasmo.

Un golpeteo con los pies fue la señal para que los cuatro músicos se deshicieran por un momento del arco de sus violines y violonchelo, a fin de entregar un poco de La bamba, tema que de inmediato emocionó a la gente y comenzaron a aplaudir al mismo ritmo.

Entonces, Filip Jaslar tomó de nuevo el arco y lo sacudió. Además de observar que brotó polvo de él, confirmó que al hacerlo se producía un sonido peculiar.

Como si se tratara de una espada, comenzó a moverlo hasta que Michat Sikorski comprobó que también podía funcionar como raqueta de beisbol o para saltar la cuerda.

“¡Son tantas las cosas que se pueden hacer con un arco de violín y nadie lo sabíamos!”, quizá fue lo que seguramente pensó el público que ahora escuchaba pájaros y el sonido de la bocina de un barco.

En efecto, se trataba de la canción My heart will go on” que popularizó Céline Dion para la película Titanic y sin dejar de tocar sus instrumentos, el cuarteto comenzó a moverse al ritmo de las olas para cerrar con la típica escena en la que Leonardo DiCaprio (Jack Dawson) exclamaba: “I'm the king of the world” (Soy el rey del mundo).

Entonces, llegó el momento de la magia. Fue la oportunidad de convertir el violín en guitarra y entonar la Canción del mariachi, aquella que hizo famosa el español Antonio Banderas.

Así daba inicio el espacio dedicado a México. Filip lanzó un grito al estilo de Manolo Muñoz en Speedy González para así pronunciar “¡Viva México!” en español y “¡tequila no!”, mezclando ahora con A hard day's night, de The Beatles y una expresión ruda al estilo de Rammstein.

Para ese momento, las carcajadas de los asistentes ya eran incontenibles. Lo que sucedía en el escenario era de no creerse o de creerse y disfrutarse. Era la oportunidad de bailar, de cantar o tocar con ellos sin tener un instrumento a la mano, pues se vale romper con los paradigmas establecidos.

Entre la mezcla de temas y algunos chiflidos que se colaron, Pawel Kowaluk se atrevió a ponerle tutú a su violín, mientras que Bolek usaba al violonchelo como pareja de baile.

Filip y Michal se ausentaron por algunos segundos del escenario para regresar con zapatos de luces en las suelas y, ¿por qué no?, unas ruedas con las que aparentaron tener patines paseándose por el entarimado. La gente sabía que ya todo estaba fuera de control.

Y sí que lo estaba porque ahora MozART Group fungía ser un grupo de vaqueros del viejo Oeste. Con sombrero y pistolas de utilería simularon un duelo a muerte ejecutando los sonidos de melancolía que sólo el violín puede provocar.

Todo iba en orden hasta que unos supuestos indios de Chihuahua interrumpieron la acción y los músicos salieron huyendo en su caballo, que en efecto, eran las sillas sobre las que estaban sentados.

El sonido de la pelota de ping pong hizo pensar a Filip en la posibilidad de ejecutar Habanera, mientras que Pawel hacía lo mismo, pero con un globo desinflándose.

Al compás del reloj tocaba el turno de Michael Jackson con su Beat it, y sí, Michal bailó como el “Rey del Pop” y hasta ejecutó el clásico “moonwalk” provocando la euforia del público.

Cuando la gente pensó que era todo en su espectáculo, los violines entregaron Para Elisa, de Beethoven, pero a ritmo de rock. Y ya entrados en ambiente, invitaron a uno de los espectadores para cantar con ellos “O sole mio” y así llegó la gran ovación de pie junto con la "selfie" del recuerdo.

MozART Group quería irse, ya era final de su espectáculo, pero el público, a través de sus aplausos, no se los permitía. En tres ocasiones tuvieron que regresar para complacerlos con una más y, finalmente, en el lobby del teatro firmaron autógrafos y se tomaron fotos con sus ahora nuevos fans.

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