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Soñaba con ser astronauta y hoy hace cosas "fuera de este mundo"

La diseñadora de modas Nadia Conchita Manjarrez Félix se encuentra revolucionando en medio de la pandemia.

Manuel Aceves
22/02/21

Soñaba con ser astronauta y hoy hace cosas fuera de este mundo

FOTO: Cortesía.

Culiacán, Sin.- Nadia Conchita Manjarrez Félix, es una joven culiacanense de 32 años con un talento tan grande como el puente de Brooklyn o la estatua de la Libertad; desde lejos se aprecia y tiene identidad propia. 

Su sueño era ser astronauta pero la vida la llevó por un camino distinto y hoy hace cosas “fuera de este mundo”.

Con más de 10 años de experiencia como diseñadora de modas en Nueva York, en 2020 regresó a su tierra, donde logró convertir la crisis en oportunidad. 

Pese a las dificultades y golpes que le dio la pandemia, Nadia se impuso y continúa revolucionando en el mundo de la moda. 

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Dicen que, “el regalo más grande que les puedes dar a los demás es el ejemplo de tu propia vida”, ella lo comprobó a través de sus padres— María Oralia Félix García y Miguel Ángel Manjarrez (Q. E. P. D)—, quienes forjaron en ella la cultura del trabajo y el esfuerzo.

Aprendió sobre costura observando a su madre y supo que lo suyo era el mundo textil tras hacer un test en la preparatoria.

“Pues la opción (A), era ser astronauta (risas) y la opción (B) me gustó más, estudié en Monterrey en la UDEM y cuando me gradué me regresé a Culiacán, buscando en línea encontré una oportunidad de hacer pasantías en Nueva York, me fui un par de meses y ese par de meses se convirtió en 10 años, empecé haciendo una pasantía para un diseñador de alta costura: Bibhu Mohapatra, empecé a trabajar con él, aprendí muchas cosas, de ahí una cosa fue llevando a la otra, empezó como pasantía, se convirtió en trabajo formal, de ahí me fui a otra empresa y así, trabajé en Marchesa, donde diseñábamos mucho para celebridades, me tocó diseñarle un vestido a Kate Middleton, a Amal Clooney, a Heidi Klum”, detalló.


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Su vida en la gran metrópoli no fue fácil, recuerda con cariño cuando por las prisas atendía las llamadas telefónicas de sus padres en el metro y el señor Miguel Ángel le decía que iniciara su propia marca: “has algo para ti, hija, algo que te quede a ti”, le repetía constantemente como si en el acto depositara una semilla que años más tarde germinaría. 

Salía de su trabajo a las 2 de la mañana, andaba a prisa y con un mundo de pendientes a cuestas o bosquejos en su cabeza que más tarde convertiría en diseños.

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Asegura que nada le fue regalado, todo costo desvelos, paciencia y sacrificios. Tres años antes de la pandemia, logró iniciar una marca propia; sin embargo, este proyecto que emprendió junto a otros tres diseñadores se vio frenado por el Coronavirus.  Los financiadores no pudieron seguir adelante y fue necesario un cambio de planes.  

Regresó a Culiacán a “tocar base” y pensó que no tenía mucho que perder, emprendió un proyecto de vestidos de noche y de novia, el cual también tuvo que ser pausado por la contingencia sanitaria.  Las bodas fueron pospuestas y en ese momento no sería. 

Con personal contratado (la señora Rosa), la disponibilidad de un espacio de confección en casa de sus papás y muchos deseos de seguir creando, Nadia no se iba a dar por vencida; tras escuchar a un doctor, amigo de la familia que no había suficiente equipo de protección para que el personal de salud hiciera frente al nuevo (en ese entonces) virus, por lo que se le ocurrió confeccionar cubrebocas para regalar en los hospitales.

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Al poco tiempo comenzó a distribuirlos no sólo en Sinaloa si no en distintas regiones del país y éstos tuvieron tanta demanda que fue necesario hacer un stock adicional para venta. En agosto de 2020 mudó el taller a un espacio independiente y fue necesario más personal, con la característica de que todas son jefas de familia. 

“Empezamos una línea de launchers que son pijamas que puedes usar todo el día, por la necesidad que hay del home office; muchas publicaciones en Nueva York han volteado a ver a Latinoamérica, a todos los diseñadores emergentes, como se han adaptado a la pandemia y justo ayer, antier nos publicaron en WGSN, son quienes marcan las tendencias en el mundo, es la publicación que se dedica a dictar que va a suceder en cuanto a textiles, colores, entonces estábamos muy sorprendidas, está línea la tengo con una socia, Marisol Rochín se llama, es de Hermosillo”, detalló.

Para Nadia vienen más cosas en puerta, en los últimos meses ha tenido retos, complicaciones y dificultades, pero como buena “amazona”: hábil con los caballos, ha sabido cabalgar sobre las tempestades, mantiene un ritmo constante y cada salto que da la lleva a lugares nunca antes imaginados.

SUS MARCAS

Cubrebocas NM, Naait Loungewear, Olki Hogar.

VALOR AGREGADO

Para Nadia el valor agregado de sus creaciones es la calidad, considera que su experiencia en Nueva York, le enseño a “trancazos” que debía ofrecer siempre los mejores productos. 

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SUS REDES SOCIALES

@nadiamanjarrez @cubrebocasnm @naa.it y @olkihogar

SU TESTIMONIO

“Me vine a Culiacán a tocar base, a ver que quería hacer, empecé a echar andar todos esos proyectos que empiezan como ideas, aquellos que dices: algún día voy a hacer esto.  Y como que dije: ahora es cuando, nunca más voy a tener la oportunidad de lanzarme, no tenía nada que perder en teoría”.

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“Fuimos contratando más gente porque había más demanda, hasta septiembre fue sólo cubrebocas, de pronto éramos cuatro personas en el taller, la demanda era muy alta, nosotros teníamos el compromiso de que por cada cubrebocas que vendíamos donábamos uno, era trabajar el doble para sacarlo adelante pero lo logramos”.

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“El 2020 fue un año del cual no tengo palabras para describir, este año retomamos la idea de novias, vamos a sacar una colección, tengo una línea de ropa de mesa, es un proyecto con mis hermanas”.

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“A mi papá lo considero una persona ejemplar, él siempre me decía: hija, hazlo para ti, todo ese trabajo concentrarlo en algo tuyo, era su sueño ver que fuera algo aterrizado mío, propio, hacer cosas que llevaran mi nombre como fue su experiencia, todo sucedió en el tiempo perfecto y gracias a Dios esté último año pude aprender de él, ya como adulto, yo tenía 15 años fuera de la casa”. 

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“Nunca he estado sola, mis papás siempre han dejado una vara muy alta”. 

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