Seguridad
Junto a sacerdotes jesuitas de Cerocahui acribillan a guía de turistas del Chepe
>Sicarios se llevan los cuerpos y autoridades de Chihuahua informaron que hay cuatro personas desaparecidas, entre ellos una mujer y un menor de edad.
FOTO: Cortesía.
Luego de que se dio a conocer el lamentable hecho violento, donde sicarios irrumpieron dentro del templo jesuita de la comunidad de Cerocahui, ubicada en el municipio de Urique, en la Sierra Tarahumara, en donde acribillaron a un hombre que pedía refugio y a los dos misioneros, el hijo del civil pide que autoridades investiguen y den con el paradero de su padre, quien era guía de turistas del tren Chepe que corre de Los Mochis – Chihuahua.
Ricardo Palma Carbajal publicó a través de sus redes sociales que sujetos armados irrumpieron en un hotel de Cerocahui y se llevaron a un grupo de turistas, incluyendo a su padre, de nombre Pedro Heliodoro Palma Gutierrez, de quienes aún se desconoce el paradero.
Dijo en su redes que su padre ha trabajado como guía de turistas del Estado de Chihuahua desde hace más de 40 años, con inmenso amor a la Sierra Tarahumara y a su gente, por lo que exigió que se haga justicia y que las autoridades hagan lo necesario e investiguen para localizar los cuerpos de todos los turistas, los misioneros y su padre.
Dijo al final de su comunicado: «no se puede promover el turismo en un estado donde no se respeta la vida».
Con relación al relato de los hechos, se dijo que una banda criminal atacó a un sujeto afuera de la iglesia y este se introdujo al interior, donde en pleno altar fue auxiliado por uno de los sacerdotes, identificado como Joaquín César Mora Salazar, de casi 90 años, «El Padre Morita», quien comenzó a darle los santos óleos.
En eso, ingresó a la Iglesia el líder de la banda, a quien habían nombrado extraoficialmente como José Noriel, alías «El Chueco», y tras reclamar al cura el auxilio, lo mató ahí mismo.
Un segundo sacerdote, identificado como Javier Campos Morales «El Padre Gallo», salió al encuentro del sujeto, a quien también asesinó. Un tercer sacerdote Javier Ávila, «El Padre Pato», salvó la vida al pedir que no le dispararan y quien fue el que narró la tragedia.
Los cuerpos de los dos sacerdotes y de Pedro Heliodoro Palma Gutiérrez, de quienes aún se desconoce el paradero, se los llevaron los sicarios, que ingresaron a la misión jesuita encabezados por José Noriel, alías «El Chueco», jefe de operaciones del grupo criminal «Los Salazares», que son el brazo armado del cártel de Sinaloa en esa zona.
Fue el mismo Gobierno del Estado de Chihuahua quien identificó a la tercera víctima ejecutada junto con los jesuitas asesinados en la iglesia de Cerocahui y confirmó que se trataba del guía turístico y que momentos antes había sido privado de su libertad.
Detallaron que Pedro Heliodoro fue privado de su libertad y llevado al templo de la comunidad de Cerocahui, en el municipio de Urique y posteriormente privado de la vida junto con los misioneros: el «Padre Gallo» y el «Padre Morita», según informó el Gobierno del Estado a través de un comunicado.
Además, se indicó que hay cuatro personas desaparecidas, entre ellos una mujer y un menor de edad.
El Gobierno de Chihuahua destacó que ya se desplegó un intenso operativo en el municipio de Urique para detener al responsable, así como localizar a las víctimas.
En este operativo conjunto participan Agencia Estatal de Investigación, la Secretaría de Seguridad Pública del Estado, la Guardia Nacional y Ejército Mexicano, quienes han efectuado patrullajes que se han extendido a poblados, rancherías y caminos vecinales de la zona.
Tras el crimen, la Provincia Mexicana de la Compañía de Jesús (Jesuitas en México) condenó los hechos violentos y exigió justicia, además de pedir la recuperación de los cuerpos y urgir a tener medidas de protección para salvaguardar la vida de los demás hermanos jesuitas, religiosas, laicos y de la comunidad en general de Cerocahui. Asimismo, dieron a conocer que no callarán ante la realidad que vive la sociedad y continuarán con su trabajo por la misión de justicia, reconciliación y paz, a través de obras pastorales, educativas y sociales. La Diócesis de Tarahumara también exigió justicia.
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