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Tirabolitas, tirador, canicas o trompo, ¿te tocó jugar con alguno?

Estos juguetes elaborados artesanalmente marcaron la infancia de una generación completa.

Osmar Zavala
08/08/23

Tirabolitas, tirador, canicas o trompo, ¿te tocó jugar con alguno?

FOTO: Osmar Zavala.

En una época marcada por la tecnología, es inevitable mirar atrás y recordar los juegos sencillos pero inolvidables que llenaban de risas y convivencia los días de infancia.

Dentro de ellos están el tirabolitas, el tirador, las canicas y el trompo, nombres que quizás resuenen en la memoria de muchos adultos lectores, ya que eran más que simples juguetes.

El tirabolitas, confeccionado a base de globos y botellas de plástico, era uno de los juguetes más fáciles de construir y garantizaba horas de diversión lanzando cualquier tipo de proyectil, como semillas, granos de maíz, piedras y pingüicas.

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Por otro lado, el tirador o resortera requería de destreza y habilidad en su elaboración, tallado a partir de ramas de árboles con dos ligas gruesas de caucho y un pedazo de cuero; este juguete artesanal se convertía en una herramienta mortal en manos expertas.

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Tradicionalmente, los amigos se reunían para desafiar su puntería y competir en pruebas de tiro al blanco, demostrando que incluso los objetos más simples pueden ser fuentes de diversión y competición amistosa.

Las canicas, pequeñas esferas de cristal y dibujos trazados en la tierra como campo de juego, garantizaban horas de diversión en donde se medía la presión y pulso de los hasta 6 participantes.

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Las reglas son simples: el jugador que consiga meter la canica dentro del agujero se queda todas las canicas que no hayan conseguido entrar.

Finalmente, el trompo, fabricado en madera o plástico con una punta de hierro, requería de habilidad para lanzarlo y mantenerlo en movimiento; la diversión residía en competencias de puntería y trucos.

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Diversión al aire libre

Lo que todos estos juegos tienen en común es que requerían la interacción social al aire libre, niños y niñas dejaban atrás sus hogares para encontrarse en los patios, las calles y los parques, compartiendo risas, anécdotas y experiencias invaluables.

Asimismo, son recordatorios de que la diversión simple y auténtica puede ser la base de amistades duraderas y momentos inolvidables.

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