Uber gana la batalla: ahora podrá operar en todos los aeropuertos de México.

Uber acaba de ganar una batalla legal que cambia por completo el panorama de la movilidad en México. Una jueza federal otorgó a la plataforma una suspensión definitiva que le permitirá recoger y dejar pasajeros en todos los aeropuertos del país, algo que hasta ahora estaba prohibido.

Esta decisión abre una nueva etapa para las aplicaciones de transporte, que durante años fueron excluidas de los recintos aeroportuarios bajo el argumento de que se trataba de "zonas federales" y que los conductores no contaban con licencias ni permisos específicos. De hecho, en muchos casos los choferes eran multados con hasta 43 mil pesos si se atrevían a recoger a un pasajero dentro del aeropuerto.

Uber celebró la resolución asegurando que se trata de un paso histórico para la movilidad, el turismo y la economía digital en México. 

La empresa recordó que millones de viajeros —nacionales y extranjeros— usan la aplicación al aterrizar en un nuevo destino, y que esta medida llega en un momento clave: a menos de un año del Mundial 2026, cuando México recibirá una oleada de visitantes que buscarán moverse de forma práctica y segura.

Pero más allá de la noticia jurídica, el caso Uber representa algo más profundo: el choque constante entre la innovación tecnológica y la regulación tradicional. Las plataformas digitales han transformado por completo la manera en que pedimos transporte, reservamos hospedaje o pagamos servicios. Sin embargo, las leyes en muchos países —incluido México— todavía no alcanzan el ritmo de esa transformación.

Durante más de una década, Uber, Didi y otras aplicaciones han operado en un terreno gris, entre lo permitido y lo sancionado, dependiendo del estado o el municipio. Esta resolución marca un precedente nacional: el reconocimiento de que la tecnología no puede seguir tratándose como una "invitada incómoda" en los espacios públicos, sino como una herramienta de servicio que debe regularse con inteligencia, no con prohibiciones.

Desde el punto de vista del usuario, la medida promete mayor comodidad, seguridad y transparencia. No más caminatas bajo el sol con la maleta hasta una avenida lejana para que "sí pueda pasar el Uber". Tampoco tarifas infladas por los concesionarios de taxis de aeropuerto que operan bajo monopolios de décadas.

Claro, no todo es celebración. El conflicto con los sindicatos y los concesionarios tradicionales seguirá. La autoridad deberá garantizar que todos los servicios, tanto digitales como físicos, operen con condiciones justas y seguras. Y falta ver si esta suspensión se convierte en una resolución definitiva o si se abre un nuevo capítulo de litigios.

Por ahora, lo cierto es que Uber ganó una batalla que miles de usuarios llevaban años esperando. Una que representa mucho más que el permiso de entrar a los aeropuertos: simboliza la entrada definitiva de la tecnología a los espacios donde antes mandaba la burocracia.

Y como suele pasar con la innovación, no fue el poder el que cedió... fue la realidad la que obligó a cambiar.

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