México

Eres de clase media-baja si haces esto cuando vas de compras al supermercado

Las personas que acuden a los supermercados para realizar sus compras, hacen estas conductas de manera natural, donde los otros clientes pueden observar su manera de ser

Las personas que son de la clase media-baja salen a relucir algunas conductas que vuelven a hacerse en el ambiente en el que se encuentran, reflejando hábitos adquiridos desde la necesidad de adaptarse a presupuestos
Las personas que son de la clase media-baja salen a relucir algunas conductas que vuelven a hacerse en el ambiente en el que se encuentran, reflejando hábitos adquiridos desde la necesidad de adaptarse a presupuestos

Miles de mexicanos acuden a los diferentes supermercados para efectuar las compras de la semana o del fin en compañía de la familia o amigos, los cuales van para ver o comparar precios de sus artículos favoritos.

Y es que cuando las familias o personas llegan a los diferentes establecimientos, estos realizan una serie de gestos o movimientos sin darse cuenta de que algunos pueden percatarse de sus acciones.

Las personas que ingresan a los supermercados del país pueden revelar ante los demás clientes su estatus económico al practicar una serie de acciones en los diferentes pasillos.

Las personas que son de la clase media-baja salen a relucir algunas conductas que vuelven a hacerse en el ambiente en el que se encuentran, reflejando hábitos adquiridos desde la necesidad de adaptarse a presupuestos.

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Las 3 costumbres típicas de la clase media-baja a la hora comprar en supermercados

Las personas que acuden a los supermercados para realizar sus compras, hacen estas conductas de manera natural, donde los otros clientes pueden observar su manera de ser y así entender cómo pequeños detalles cotidianos pueden diferenciar comportamientos entre distintos estratos sociales.

1. Bloquear los pasillos con el carrito mientras se mira o charla

Una de las acciones más comunes en supermercados de todo tipo es  dejar el carrito en medio del pasillo mientras se compara precios o se habla por teléfono. Para quienes pertenecen a la clase media-baja, esto suele ser inconsciente.

Se trata de un hábito aprendido en entornos donde los espacios son más concurridos o donde «mantener tu lugar» es necesario para avanzar con comodidad. Desde la perspectiva de otros compradores, esta práctica puede interpretarse como falta de consideración.

En términos de psicología social, este gesto refleja un sesgo de territorialidad:  se da la sensación de ocupar más espacio del necesario. Aunque no exista intención de molestar, quienes lo observan pueden percibirlo como descortés o poco atento a los demás.

Una forma sencilla de cambiar esta impresión es mover el carrito hacia un lateral mientras se revisan los productos.

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2. Comentar o «criticar» los precios en voz alta

Hablar sobre los precios mientras se recorre el supermercado es habitual, especialmente entre familias de la clase media-baja. A menudo,  los comentarios son fuertes o exagerados: «¡6 € por la mantequilla! ¡No pago eso!» Este tipo de reacción refleja un sesgo de prominencia, donde la atención se centra en el costo inmediato más que en la relación calidad-precio.

En comunidades con presupuestos ajustados, este hábito es frecuente y surge de la necesidad de optimizar los recursos. Sin embargo, en entornos con mayor poder adquisitivo, estas manifestaciones pueden ser interpretadas como un  signo de estrés económico o como una actitud demasiado transaccional frente a la compra.

Una manera de suavizar esta conducta es hablar de los precios en voz baja o reservar los comentarios hasta después de pagar.

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3. Probar alimentos o bebidas antes de pagar

Por último, otro gesto extendido entre la clase media-baja es  consumir un producto antes de llegar a caja. Tomar una botella de agua, una pieza de fruta o un snack para los niños es algo que muchas familias consideran normal, sobre todo cuando se trata de compras largas o días de calor intenso.

Este comportamiento se relaciona con el sesgo de inmediatez: la gratificación inmediata se prioriza sobre la espera. En algunos casos, surge por practicidad, como calmar el hambre de los niños o evitar que los productos se echen a perder durante la compra.

No obstante, para otros compradores, especialmente en estratos más acomodados, esta práctica puede percibirse como  falta de autocontrol o de respeto por la norma social de « primero se paga, luego se consume».

Una alternativa sencilla es llevar pequeños snacks desde casa, de modo que no sea necesario abrir productos antes de abonarlos.

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