Por cumplir una manda camina descalzo de Los Mochis a San Miguel

Sinaloa | 02/16/2018 | Jessi Jáuregui

Christopher Castro prometió a Dios y a la Vírgen iniciar con penitencia el primer “conti” si a través de un milagro salvaban la vida de dos hijas de un amigo muy cercano a él; una de las niñas falleció, pero la otra vive, y dice, esto es muestra del poder divino que tienen estas tradiciones.

Los Mochis, Sin-. A pie y descalzo, es como Christopher Castro cumplió la manda hecha a Dios y a la Virgen de Guadalupe para que mejorara la salud de dos hijas de un amigo muy cercano a él. Aunque una de las pequeñas falleció, la otra vive milagrosamente.

Este viernes el joven caminó más de 22 kilómetros, desde Los Mochis hasta la iglesia indígena de San Miguel Zapotitlán, como símbolo de gratitud durante el primer conti de la Cuaresma.

 


Aunque Christopher no es yoreme, es yori (sin sangre indígena), por 16 años ha participado en los contis y corridas de esta celebración católica. Él siente una gran devoción, fe y amor por las tradiciones autóctonas; y en múltiples ocasiones se ha encomendado a ellas con todo su corazón para lograr milagros en la salud de sus seres queridos.

Por lo que, ataviado con su traje de manta con bordados típicos de los judíos o fariseos, y sin importar lo caliente del asfalto de la carretera, el calor, ni el dolor en las plantas de sus pies, cumplió fielmente su palabra.

 


“Yo prometí una manda por la hija de un músico muy amigo mío, fue una niña que falleció hace unos meses pasados en Culiacán; también hice una manda por su hermanita, su hermanita gracias a Dios salió bien, se recuperó la niña y aquí vengo pagando la manda. Yo prometí como manda pagar caminando desde Los Mochis hasta San Miguel descalzo, llegar hasta al cerro de San Miguel a la iglesia de los judíos; subir hincado, con la niña en los hombros, desgraciadamente la niña no me pudo acompañar porque anda a Estados Unidos a que le hagan unos estudios”, dijo.


Narró a Fórmula/Luz Noticias que su conexión con esta tradición es tan fuerte que un año decidió no participar; es decir, cayó en la tentación; pero antes de la llegada de la Semana Santa sufrió un aparatoso accidente, que lo llevó a encomendarse así mismo a Dios, no darse por vencido, y en cambio, salir fortalecido en su fe.

"Un año yo decidí que no iba a salir de judío, y alrededor de 2 semanas -yo ya había decidido no salir de judío- antes de la Semana Santa grande tuve un accidente muy fuerte. Yo me encomendé a Dios, me encomendé a la Vírgen de Guadalupe, le pedí que me echara la mano, que me 'alivianara'; salí adelante con mi accidente. Y así, accidentado, salí caminando toda la Semana Santa”, recordó.


Para él, participar en esta tradición mayo-yoreme, es un privilegio que busca constantemente compartir con amigos y seres queridos, incluso, en esta ocasión acudió acompañado de dos personas muy cercanas a él; entre ellas, Rafael Inzunza Salazar, quien padece de un discapacidad motriz en las extremidades inferiores pero que, contagiado con el fervor de Christopher, se sumó este año al primer conti.






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