En la actualidad hay gran diversidad de platillos para cena de Año Nuevo

País-Mundo | 12/31/2018 | Notimex

Una incorporación son los camarones “a lo que era más usual aquí en Jalisco, que era el tamal, el pozole, los buñuelos, el ponche”.

Guadalajara, Jal.– El investigador Bogar Escobar Hernández manifestó que en la actualidad una gran cantidad de platillos se han agregado a los tradicionales para la cena de Año Nuevo en Jalisco.

En entrevista para Notimex el también doctor en Ciencias Sociales con especialidad en Antropología Social agregó que “ha habido permanencia y cambio en los platillos típicos de año nuevo en el estado de Jalisco”.

“Permanencia en los que son de origen prehispánico, los hechos con maíz, por ejemplo, los tamales, el pozole y el atole, pero por el mismo impulso e inercia consumista y capitalista se ha incorporado una gran diversidad como: lomo, pierna, pavo, pollo, romeritos, bacalao, etcétera”.

El especialista mencionó que una incorporación son los camarones “a lo que era más usual aquí en Jalisco, que era el tamal, el pozole, los buñuelos, el ponche”.

Dijo que, aparte de eso, ahora se han incorporado otros platillos que “responden ya a un esquema no nada más nacional sino internacional, porque hay familias, lógico no cualquiera, que incluso cenan langosta, la globalización definitivamente se manifiesta en lo local”.

Comentó que un efecto de la globalización es que “a los esquemas culinarios locales se incorporaron otros de origen transnacional y que responden a convertir esta celebración en una oportunidad más de incentivar el consumismo”.

Escobar Hernández resaltó que en la actualidad se percibe “una mezcla de lo que se acostumbra en Jalisco con lo que ha influido de otros estados de la República”.

“La Ciudad de México, como centro de la República nos ejerce una gran influencia al resto de los estados en lo culinario, por ejemplo, en Jalisco no se acostumbraba tanto y en los últimos años se han introducido en algunas familias los romeritos y el bacalao, que son típicos de allá”.

Dijo que “contrario a lo que se pensaría, en lugar de que los tradicionales platillos típicos de fin de año tiendan a desaparecer por la globalización se produce el efecto contrario, cuando la sociedad siente un riesgo de desculturización o de desidentificación, tratan de asegurar más su raigambre hereditaria local o regional”.

El experto apuntó que tras la globalización ha habido “como una diversificación, se mantienen las comidas tradicionales y se incorporan otras”.

Destacó que más allá de la voluntad, el deseo o los gustos, “un factor importante para elegir un platillo para año nuevo es la posibilidad económica de cada familia”.

“En la actualidad hay como una estrategia de solidaridad y de enfrentar la carestía, es más que la cena tradicional en familia, aunque eso se sigue haciendo, pero ahora se conjuntan con familias más cercanas, con la familia extendida digamos, para hacer cena en conjunto”.

Expresó que en algunos casos “se juntas familias cercanas e incluso se aceptan a parientes no tan directos con tal de que entren en la dinámica de aportar algo para la cena de Navidad y de año nuevo, cada familia lleva algún tipo de comida, lo cual contribuye también a la diversificación culinaria”.

Escobar Hernández mencionó que en la cultura actual muchas familias compran los platillos ya preparados en las tiendas, “porque se pretende ahorrar tiempo”.

“Cuando una persona le dedica su tiempo y esfuerzo para preparar los platillos para otros familiares y amigos es como una forma de demostración afectiva, pero todo eso se sustituye ahora por la simple capacidad de compra”.

Subrayó que al margen de lo que se consuma y del tipo de platillo que se elija, “ante el actual contexto social de desintegración que hay por la pérdida de valores, lo más importante es aprovechar esa coyuntura y contextos de Navidad y Año Nuevo para establecer nexos humanos auténticos, honestos, profundos y significativos”.

Manifestó que, en esta sociedad, “en donde de manera abierta o sutil nos incitan hacia el consumismo y hacia lo material, debemos entender que hay otras realidades, y que hay una realidad espiritual”.

“El ser humano es un ser complejo, cuerpo, mente y espíritu, y no todo se reduce a lo que puedo comprar o no, lo más valioso es en sí nuestra naturaleza humana, ahí estriba nuestra verdadera trascendencia, nuestro verdadero valor, y la interacción humana afectiva en términos sinceros y auténticos es lo más reconfortante, lo que realmente le confiere sentido a cualquier celebración”, concluyó.



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