Sinaloa | 05/11/2019 04:19:00 p. m. | Manuel Aceves
Culiacán, Sin.- Los tres hermanos sinaloenses que estuvieron presos por 11 años en Malasia, acusados por el delito de narcotráfico, regresaron a Culiacán, justamente el Día de las Madres, por lo que consideraron su retorno como una nueva oportunidad de vida y un milagro.
Fórmula|Luz Noticias visitó su hogar y charló con José Regino y Simón González Villareal, quienes en ese momento se encontraban en la compañía de sus seres queridos, disfrutando de un ambiente de alegría y sentimientos encontrados.
Los abrazos y las sonrisas fueron una constante y, en ese contexto, recordaron los momentos vividos desde aquel 4 de marzo de 2008, cuando fueron detenidos en un laboratorio de metanfetaminas en la ciudad de Johor Bahru.
Arrepentido por los errores del pasado, José Regino, dijo haber aprendido una gran lección que lo convirtió en un hombre de fe y esperanza, una persona nueva dispuesta a demostrar, con hechos, que ha cambiado.
“Fue más personal mi relación con Dios, aprendí a rezar, no sabía rezar, nosotros éramos católicos pero no lo practicábamos, era puro trabajo, aprendí mucho allá, sobre todo a tener una relación más cercana con Dios; la fe nunca la perdimos tuvimos mucha esperanza y eso fortaleció la fe”.
-Estar a punto de llegar a la horca, a estar libres y estar acá, ¿Cómo lo interpretan eso?
“Cómo un milagro, no solamente lo digo yo, lo dice mucha gente, que desde que nos conocieron, nos han dicho, esto es un milagro, no es otra cosa”, expresó.
Los rosarios que llevan en el pecho fueron un obsequio del Papa Francisco a través de la embajada romana en Malasia, éstos se convirtieron en un símbolo de esperanza que siempre llevan puesto.
Agradecieron al Sultán Ibrahim Ismail Ibni Almarhum, por haberles concedido el perdón el 20 de septiembre de 2018 y liberarlos el 30 de abril de este año.
Asimismo, se mostraron agradecidos con la Secretaría de Relaciones Exteriores por el apoyo permanente, sobre todo en 2015, cuando el Tribunal Federal de Malasia confirmó la pena de muerte y sólo el indulto del sultán podría revocarla.
El embajador mexicano, Carlos Félix, nunca se rindió, les dio un respaldo permanente que incluso se extendió años después cuando fue necesario trasladarse de vuelta a su país. Relataron que primero viajaron a Japón y de ahí se dirigieron a la Ciudad de México, donde estuvieron unos días hasta finalmente regresar a su amado Sinaloa.
Fueron 11 años lejos de seres queridos, 11 años de muchas lágrimas derramadas; días en los que el miedo hizo de las suyas tras las amenazas de ir a la horca. Aquel calvario concluyó con 40 horas de viaje y un final feliz, que a su vez es un nuevo comienzo.
Cuando José Regino partió a Malasia se despidió de su pequeña hija de entonces tres años y medio, desde entonces, volverla a ver se convirtió en un sueño que a veces parecía imposible, la tristeza lo invadía al pensar que, a diferencia de otros padres, no estaría ahí en los momentos más importantes. El pasado 10 de mayo todo cambió, finalmente pudo tenerla entre sus brazos ya no como una niña sino como una señorita a punto de cumplir 15 años.
En los próximos días, José Regino cumplirá su sueño de bailar el vals con su hija.
Por su parte, Simón narró que las prisiones en Malasia son estrictas, los tres hermanos estuvieron en cinco prisiones distintas donde atestiguaron la muerte de compañeros que no corrieron con su misma suerte.
En ese mundo oscuro de las carracas aprendieron a hablar malayo e inglés, pero también hicieron amigos con los que menguaban la tristeza. Uno de ellos fue un vietnamita que los adoptó como sobrinos.
“Cuando nos visitaba, él nos decía: nosotros no somos amigos, somos familia”, relató Simón.
A decir de los hermanos, lo que viene ahora es trabajar honradamente, pues aseguran que no defraudarán la confianza de todas las personas que se preocuparon por ellos y apoyaron a sus padres en los momentos más difíciles.