Sinaloa | 06/13/2022 11:20:00 a. m. | Esthela García
Era un domingo común, ya casi era hora de dormir a los niños, mientras ellos veían la televisión, María se encontraba en el patio de su casa, cuando fue sorprendida por un hombre, el agresor se había brincado la barda para enfrentar a su expareja, a golpes quiso convencerla de retomar la relación.
Mientras era sometida con un cuchillo, ahorcada y golpeada, María sólo silenciaba el dolor para no alarmar a sus hijos, el esfuerzo fue inútil, ellos lo vieron todo y reconocieron al agresor, era al que, sin serlo, llamaban papá, pues tenían dos años conviviendo con él.
Después de estar durante una hora secuestrada en su propia casa, una esperanza de sobrevivir surgió cuando escuchó a su exsuegro llegar al lugar; sin embargo, nada fue lo que esperaba.
El esfuerzo porque los niños no se dieran cuenta fue inútil, presenciaron cada detalle, y les tocó ver a su madre bañada en sangre.
María es el nombre que le damos en forma de protección, y es un caso más de una mujer que acudió a denunciar a la Vicefiscalía Zona Norte, pero a pesar de las evidencias, el agresor continúa libre y acosando a su víctima.
Finalmente, dijo que solicitó una orden de restricción para su expareja; sin embargo, en la Vicefiscalía le dijeron que gracias a las feministas ya no se otorgaban y que esta clase de casos tenían que catalogarse como violencia doméstica, aun cuando el agresor no vivía ahí y ya no era su pareja.
Todos los días el agresor pasa por la casa de María, le hace llamadas telefónicas e incluso envío a un familiar a interceder por él, las autoridades tienen conocimiento de los hechos, pero no han intervenido nada para frenar el acoso, a pesar de que la víctima se siente aterrorizada de que vuelvan agredirla, que le arrebaten la vida o que pongan en riesgo la integridad de sus tres hijos.