Sinaloa | 11/30/2022 08:00:00 a. m. | Rita Sánchez
Actualmente, nos enfrentamos a un momento de cambio en materia de ideologías, sobre todo con la llegada de la transformación digital, dónde el uso de las redes sociales y plataformas digitales ha impulsado a nuevas generaciones que promueven la normalización de los tatuajes, piercings o modificaciones corporales, tanto en la vida cotidiana como en el ámbito laboral.
Pero si nos vamos más a lo local, o sea, en el estado de Sinaloa, ¿Realmente se ha logrado romper los prejuicios y estereotipos que comúnmente se conciben de las personas tatuadas?
Entrevistado por Luz Noticias, Horacio Valdez, tatuador profesional del estudio «Tres lágrimas», indicó que en su trajinar por el mundo del tatuaje ha observado un avance considerable en la ruptura de la barrera que se mantenía arraigada en el estado de Sinaloa, pues explicó que en sus inicios vivió diversas acciones de discriminación, principalmente, por parte de elementos policiales y ahora se le reconoce como lo que es, un artista del tatuaje.
«Era un foco de atención para las personas, principalmente para los de seguridad en los autoservicios, apenas te miraban entrar y ya traías banderita, ya traías guardaespaldas. En ocasiones si fue incómodo traer a un guardia detrás de mí con radio, avisando que andaba una persona con mi perfil», comentó.
El artista profesional añadió que, a pesar de que los tiempos han cambiado y los prejuicios en torno a la tinta en la piel están desapareciendo, los jóvenes, especialmente menores de edad, deben analizar con precaución y no guiarse por las modas del momento, reiterando que un tatuaje es una decisión permanente.
«Un tatuaje no es cualquier cosa y son cosas que al final te definen a ti como persona, entonces no es una decisión que se tome a la ligera. Ahorita ya es más común que vengan con sus papás, valorando lo que se quieren hacer, toman la decisión de sí les dan permiso o no», explicó.
Cabe señalar que en lo que compete a la Comisión Estatal de los Derechos Humanos, en la región norte, no se han registrado quejas de discriminación por tatuajes; sin embargo, si se han presentado situaciones por apariencia física (cortes de cabello, colorimetría, piercings e, incluso, uñas largas o pintadas).
Aracely Sepúlveda Sauceda, visitadora adjunta y jefa de oficina de la Comisión Estatal de Derechos Humanos (CEDH) en la zona norte, detalló que a habido un gran avance en aceptación, debido al trabajo que se realiza en instituciones educativas y el ámbito laboral.
«En las instituciones educativas ha sido una lucha constante porque se habla de jóvenes que, pues, a veces son menores de edad. Se hace trabajo de no discriminación, de un trato digno, de aceptación para que no se discrimine y se ha logrado un avance sustantivo, prácticamente, de unos 10 años para acá ha habido avances significativos de aceptación», indicó.
Destacó que, tanto la misma Constitución Mexicana, en el artículo primero, como la Ley Federal del Trabajo, establecen la no discriminación y el trato digno a una persona, hombre o mujer, independientemente de su apariencia y quienes incumplan se harán acreedores a sanciones que van desde recomendaciones hasta multas económicas.
«En un momento dado quien se ve afectado puede presentar una queja o dependiendo de la gravedad de la situación puede presentar una denuncia. Hay que dar mucha capacitación de que son otros tiempos, son tiempos de conocer lo que son los derechos humanos, de lo contrario se verán sancionados por las autoridades correspondientes», dijo.
En definitiva, vivimos un momento de cambio, ya que cada vez son menos las empresas que buscan un perfil «inmaculado», adaptándose a la verdadera demanda del mercado, que es la de profesionales que desarrollen su labor con pasión y entusiasmo, tal es el caso de Eros Guerrero Valenzuela, quien se desempeña laboralmente en una notaría pública, dónde se dice cómodo y libre de desarrollarse sin prejuicios por sus numerosos tatuajes.
«Mi desempeño laboral lo hago normalmente, nunca he tenido ningún problema, ninguna situación desagradable. A veces, por comodidad, sí cubro mis tatuajes porque me pasa que me preguntan qué significan o que tengo tatuado, pero no porque se me obligue».
Ciertamente, los tiempos han cambiado, pero aún hay mucho por trabajar en la evolución de la sociedad, así como la aceptación y normalización por parte de las empresas y los mismos profesionales que contratan, en busca de un verdadero entorno incluyente.