Policiaca | 07/31/2023 10:02:00 p. m. | Ernesto Torres
Casas quemadas, abandonadas y con las fachadas destruidas a balazos; tiendas saqueadas, decenas de vehículos quemados en la periferia del camino, producto de los narcobloqueos, así como cientos de cascajos de rifles de grueso calibre regados por doquier, son los vestigios que quedaron de la guerra que se vivió en San José de las Delicias, epicentro de los enfrentamientos entre grupos de civiles armados de la delincuencia, que hoy se convirtió en un pueblo fantasma.
San José de las Delicias está ubicado a 61 kilómetros de Sinaloa de Leyva, cabecera del municipio de Sinaloa, un lugar de la Sierra Madre Occidental en donde para llegar se deben recorrer cerca de 2 horas de carretera y terracería.
Es un terreno escarpado en medio de la soledad, donde lo único que se mira son rastros de los enfrentamientos y se respira un ambiente de terror.
La memoria de la violencia en la sierra de Sinaloa quedó grabada en las fachadas de las casas, en la calle principal de «Calabazas», como le dicen a esa sindicatura, en alusión a Mario Alberto Lugo Lara, alias «Mario Calabazas», y/o «El Calabaceño».
«Mario Calabazas» e un lugarteniente de la célula de los Beltrán Leyva, y quien era prácticamente el terrateniente de San José de las Delicias, escenario de tiroteos.
Según narran, es una guerra entre dos facciones de los Beltrán Leyva; una liderada por Isidro Meza Flores, alias «El Chapo Isidro», y la otra por «Mario Calabazas». Hasta ahora, se desconoce el verdadero motivo de la rivalidad. La autoridad tampoco ha declarado al respecto, solo que es entre grupos antagónicos de la delincuencia.
En el pueblo hay al menos tres casas quemadas, una en donde vive el hombre por quien se presume que iban y que aún busca entre los cerros otro grupo armado; otra de su hermano y una más usada presuntamente por trabajadores.
Además, la tienda principal que incluye un abarrote, tienda de ropa, purificadora de agua y un restaurante de antojitos, está vandalizada y saqueada; así como una negociación ubicada enfrente, que incluye zapatería, talabartería y expendio de cerveza.
Ambas están abiertas de par a par, con los productos a merced de quien llegue, a sabiendas de que el lugar ya nadie quiere volver.
Según testigos de los cruentos enfrentamientos, fueron horas de horror; aseguran que parecía una guerra. El miedo se apoderó de ellos, y la ansiedad de no saber en dónde refugiarse o hacia dónde huir incrementaron el miedo de cuál sería su destino, pues no sabían en zona de «Calabazas» podría ser segura para ellos.
Narran que fueron dos enfrentamientos. Que la gente de Guasave del mismo cártel cayó en la madrugada a bordo de al menos tres camionetas artilladas, con sicarios «armados hasta los dientes», pues el plan era «agarrar» dormido al sujeto en mención.
Eran las 04:45 horas del viernes 28 de julio cuando se escucharon las primeras detonaciones.
«Las metrallas retumbaban hasta la otra banda del cerro», dijo uno de los testigos que huyó de la violencia, quien asegura que esa balacera duró hasta poco después de las 06:00 horas. Ya al amanecer, quienes se salieron de sus casas regresaron del monte y se dieron cuenta de lo que había pasado.
El ambiente sigue siendo el mismo, pero ahora vacío, ahí los del pueblo sabían que las cosas no estaban bien, pues dicen que desde la muerte de la exalcaldesa María León, se decía que habría balaceras; desde entonces no tenían calma.
Al día siguiente de los hechos violentos, pensaron aguantar en el lugar, pese a que sabían que no era seguro, pero sus pertenencias es lo único que tienen y se negaban a desplazarse.
La madrugada del siguiente día, sábado 29, alrededor de la 01:30 horas, llegaron de nuevo; las detonaciones fueron menores, pero fue decisivo para los pobladores, al amanecer comenzaron a preparar sus pertenencias y al mediodía el éxodo comenzó, ya no era un lugar en donde podían vivir tranquilos, no mientras las autoridades no recuperen el control.
Unos salieron por su cuenta a Mocorito, tanto de San José de las Delicias, en donde viven alrededor de 150 personas, como quienes habitan en Tecumena, Baromena, Chacuapana, Quintero, pequeñas localidades de la misma sindicatura y de la parte alta del municipio de Sinaloa.
A estos se sumaron los de El Lindero, Los Álamos, Haciendita de los Ceballos y Carrizalejo, en la región de Mocorito.
Mientras que otros lo hicieron hacia Sinaloa de Leyva, pero un menor proporción, pues en El Paso, Ventura, El Sauce, El Rodeo, La Mesa, Coronado, pueblos que se encuentran delante de la sindicatura de Bacubirito, aún quedan unas familias, pero todas parecen haber quedado mudas ante lo sucedido, nadie quiere hablar por miedo.
Este lunes, efectivos del Ejército Mexicano subieron a la zona de guerra, en donde para llegar se atraviesan al menos siete sitios donde hubo narcobloqueos; al paso hay una decena de unidades calcinadas, al parecer a balazos, pues junto las pickups y vagonetas, que se observa eran de modelo reciente, hay evidencia de los enfrentamientos.
Ahí hay cientos de decenas de cascajos de armas largas, entre ellos calibre .223 para rifles AR-15 y cartuchos percutidos calibre 7.62x39 mm para armas larga tipo AK-47 de los llamados «cuernos de chivo». Junto a las unidades hay ropa y en una Ford Super Duty se logra ver hasta una caja fuerte quemada.
Sobre el resultado de los enfrentamientos, además de vestigios en la zona de guerra, se ha hablado de personas heridas y hasta muertos, pero ninguna autoridad lo puede confirmar, pues tampoco hay cuerpos que así lo demuestren, aun cuando se dice que personas cercanas al hombre de San José de las Delicias podrían haber sido asesinadas.
Hoy se sabe que podrían continuar y que es una guerra interna del mismo cártel, que ambos grupos de gente armada aún tienen el control de la sierra, sobre todo en las sindicaturas de Bacubirito y San José de las Delicias, pues este día, pese al convoy de la Secretaría de la Defensa Nacional y de la Policía Estatal, presuntos sicarios recorrían la zona, el territorio que desde hace mucho han controlado.