Policiaca | 08/01/2023 12:25:00 p. m. | Iván Rodríguez
Los enfrentamientos en la sierra alta del municipio de Sinaloa dejaron vestigios de las cruentas balaceras que se vivieron en la comunidad de San José de las Delicias y todos los caminos que llevan a ese pueblo, lo que obligó a sus pobladores a salir huyendo presas del miedo.
Uno de los vestigios es una casona, tipo mansión, de grandes extensiones, que resalta en el pueblo, una vivienda de al menos dos plantas, con una explanada al frente, desde los sicarios disparaban a sus ventanas y accesos.
Esa casa figuraba en el centro del pueblo, como una de las más imponentes, comunidad hasta donde llegaron los sicarios y a balazos se tramaron integrantes de los Beltrán Leyva o los de Guasave, contra el grupo de la zona: «Los Calabazas».
En el interior de la casa, con lujos modestos, no tan ostentosos, se observa las paredes del primer piso cubiertas por ceniza, las cuales originó el incendio que provocaron para que salieran sus habitantes, de los cuáles no sé conoce quiénes son y si siguen con vida.
En el comedor, de 8 sillas, quedaron los adornos y centro de mesa, calcinados, así como una botella de tequila en forma de pistola.
En la explanada, al frente de la puerta principal, quedaron cientos de casquillos percutidos de las ráfagas que soltaban los sicarios a los ventanales del segundo piso de la mansión, donde presumiblemente les hicieron frente a los gatilleros.
El portón de la cochera quedó destruido, como si con una camioneta lo hubieran derribado en medio de la balacera y en su interior, quedó una camioneta de color blanco, doble rodado, con múltiples impactos de bala, la que no pudieron sacar durante el ataque.
En una de las recámaras quedó un altar pulcro, con figuras de la Virgen María, Jesucristo, San José, La Sagrada Familia y sobresalía la imagen de San Judas Tadeo, todos intactos, sin un rasguño, a pesar de que las ventanas y persianas de ese cuarto estaban perforadas por las balas.
Las camas estaban desechas, volteadas, como si se hubieran usado como barricadas para cubrirse las balas, esas que en el ataque por la madrugada no cesaban.
De los habitantes no se supo nada, nadie quiso hablar, el temor aún se respira en esa comunidad enclavada en la sierra del Municipio de Sinaloa.