Sinaloa | 10/13/2023 11:50:00 a. m. | Iván Rodríguez
El Fuerte de Montesclaros es una ciudad llena de leyendas y mitos que algunas dan miedo por su misticismo, con historias llenas de suspenso e inexplicables casos de apariciones que hasta la fecha se cuentan de generación en generación.
Con la leyenda de la enigmática mansión de Doña Arcadia González, que pasó a habitarla Don Porfirio Quintero, una casona que guardaba misterios que nadie explica desde la primera vez que fue habitada por sus principales moradores.
A principios de 1900, Don Porfirio gozaba de una gran fortuna, llegó a El Fuerte como encargado de la Oficina del Timbre (antes conocida como Hacienda) y era parte del Gobierno Porfirista, y compró la mansión dos décadas más tarde debido a que El Fuerte les gustó para vivir
La mansión citada venía arrastrando desde un siglo atrás una misteriosa leyenda de fabulosos tesoros escondidos en ella, así como de crímenes horrendos cometidos por sus primeros moradores.
En una de las habitaciones, cuentan que Don Porfirio miraba una mancha en una de las paredes, en donde sobresalía un ventanal con una altura anormal, por lo que llamaba misteriosamente su atención, al paso que iba restaurando la casona poco a poco.
Un día llamó a uno de sus empleados, a quien llamaban «Chiliquillo» y le ordenó hacer un hoyo esa pared, anormalmente gruesa y que carcomía de curiosidad a Don Porfirio.
Tras martillar la pared, al segundo intento, se percataron que había lingotes y monedas de oro, además de una cantidad de dinero no especificada, por lo que descubrió el gran tesoro.
Cuentan que ese tesoro pertenecía a los antiguos moradores de la casona, los Condes de Retes, los cuales vivieron sucesos de terror al no poder tener hijos y vivir situaciones incómodas al tratar de concebir, lo que llevaron a emparedar a una persona en esa gruesa pared del tesoro de Don Porfirio.
Hoy, esa casona es el hotel conocido como Posada de Don Porfirio, esa mansión llena de misterios y leyendas que fue convertida en una finca turística, por los nietos de Don Porfirio Quintero y, el quedarse a dormir en una de sus habitaciones, no solo «enchina» la piel, hay algo que no te deja dormir.