México | 12/12/2023 11:41:00 a. m. | Luz Noticias
En medio de la arraigada fe que caracteriza a la sociedad mexicana, la religión es un refugio no solo para los devotos, sino también para algunos individuos inmersos en la delincuencia organizada.
Desde la devoción a la Virgen de Guadalupe hasta la veneración por San Judas Tadeo, distintos líderes y miembros de organizaciones criminales encuentran consuelo y protección en figuras religiosas, fusionando su vida criminal con prácticas de fervor.
La Basílica de Guadalupe se convierte cada 12 de diciembre en epicentro de una manifestación ferviente de fe.
Peregrinos de todos los rincones del país acuden para rendir homenaje a la Virgen, agradecer sus bendiciones y expresar sus plegarias. Entre esta multitud de devotos, se encuentran también quienes transitan la senda del narcotráfico.
Uno de los ejemplos más notables es Édgar Valdéz Villarreal, reconocido como «La Barbie» en el mundo del hampa mexicana. A pesar de su reputación temible, «La Barbie» mantenía una devoción intensa hacia la Virgen de Guadalupe.
Anabel Hernández, en su obra «Emma y las otras señoras del narco», revela detalles de esta dualidad en la personalidad del líder del Cártel de los Beltrán Leyva.
La fe de «La Barbie» no solo se limitaba a la Guadalupana, sino que también se extendía a San Judas Tadeo, a quien llegó a realizar mandas y promesas de asistir diariamente a misa durante tres meses, cumpliendo fielmente con su compromiso.
Esta amalgama entre la vida criminal y la devoción religiosa no es un fenómeno aislado. Miembros y líderes del narcotráfico han encontrado en distintos santos un refugio espiritual y una búsqueda de protección para sus actividades ilícitas.
Esta realidad refleja una compleja dualidad en la identidad de aquellos inmersos en la delincuencia organizada, quienes, a pesar de su participación en actividades ilegales, encuentran consuelo y creencia en figuras religiosas arraigadas en la cultura mexicana.
La intersección entre la fe y el mundo del crimen despierta interrogantes sobre los motivos detrás de esta devoción, así como sobre el papel que juegan las creencias religiosas en la vida de quienes se desenvuelven en la ilegalidad.
Ovidio Guzmán López, mejor conocido como «El Ratón», fue aprehendido en Culiacán por personal castrense en una operación que fue repelida por el mini ejército de sicarios que la facción de «Los Chapitos» tienen a su servicio y la cual era encabezada por Néstor Isidro Pérez Salas, alias «El Nini».
Las imágenes se viralizaron y se pudo observar un peculiar detalle que colgaba del cuello de «El Ratón» al momento de su detención.
Un escapulario con imágenes del Santo Niño de Atocha dejaron expuesta la fe que el hijo de Joaquín Guzmán Loera tiene en la peculiar figura religiosa cuya connotación se remonta a siglos atrás.