La Estatua de la Libertad en Mazatlán; ¿dónde está y qué significa?

07/15/2024 07:52:00 p. m.

Si bien es ampliamente conocida la famosa Estatua de la Libertad en New York, Estados Unidos, no muchos están al tanto de que Mazatlán, Sinaloa, también alberga su propia versión de este icónico símbolo, lleno de cultura e historia, cuya existencia refleja la importancia de la libertad y la identidad mexicana. 

Orígenes y primeros años

La historia de la Estatua de la Libertad de Mazatlán se remonta al año 1925, cuando fue adquirida con la finalidad de conmemorar la libertad de México, y en particular, la de Sinaloa.

Originalmente situada en pleno Paseo Las Altas, muy cerca de donde estaba el Banco Nacional de México, la estatua simbolizaba un fuerte mensaje de emancipación y orgullo regional.

Construida con concreto formado por cemento portland, la estatua tiene una altura imponente de 6.40 metros; este monumento no solo representa un símbolo de libertad, sino que también es un testimonio de la ingeniería y el arte de la época.


En 1934, debido a remodelaciones en el Malecón de Mazatlán, la estatua fue trasladada de su ubicación original en Olas Altas a la Plazuela Miguel Hidalgo, más conocida por los locales como la «Plazuela de los Leones»; este no sería el último cambio de ubicación para la estatua.


Posteriormente, la Estatua de La Libertad fue movida de nuevo, esta vez a la esquina de las calles Gabriel Leyva y Zaragoza; sin embargo, el tráfico que ocasionaba su presencia en esa intersección llevó a que se solicitara su retiro. 

Donación y ubicación actual

Finalmente, en 1949, durante la alcaldía de Ramón Ponzo, la estatua fue donada al poblado de San Francisquito. 

Este pequeño poblado, ubicado a escasos 30 minutos de Mazatlán por la carretera que conduce a El Recodo, adoptó la estatua y la rebautizó como «La Bella Dama». Desde entonces, ha permanecido en San Francisquito, donde sigue siendo un punto de referencia y un motivo de orgullo para los habitantes locales.


La Estatua de la Libertad de Mazatlán no solo es un monumento estético, sino que también es un símbolo de la identidad y la historia regional. Su trayectoria, marcada por diversos traslados y finalmente su asentamiento en San Francisquito, refleja tanto los cambios urbanos como los valores culturales de la región.


Esta estatua es un recordatorio constante de la libertad y el patrimonio que los mazatlecos y los sinaloenses celebran y preservan con orgullo.

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