09/30/2024 09:35:00 a. m.
Oaxaca es un estado reconocido por su extraordinaria variedad gastronómica, un tesoro culinario que ha sido declarado patrimonio cultural. Dentro de esta riqueza, los tamales ocupan un lugar especial, y entre ellos, los tamales de tamala destacan como una de las joyas de la cocina oaxaqueña.
La tamala, también conocida como tamalayota, es una variedad de calabaza de climas tropicales, cultivada principalmente en Oaxaca y Veracruz, asociada al sistema agrícola tradicional de la milpa.
Este fruto es valorado por su dulzura, textura suave y versatilidad culinaria. De ella no solo se consume la pulpa, sino también las semillas, flores y tallos. En algunas variantes, la cáscara puede ser utilizada como recipiente debido a su grosor.
El nombre de la tamala tiene raíces náhuatl: proviene de las palabras tamalli (tamal) y ayohtli (calabaza), lo que refleja su estrecha relación con este platillo típico mexicano.
Los tamales de tamala son originarios de Mihuatlán, una comunidad oaxaqueña ubicada en la Sierra Sur, célebre por haber sido el lugar donde Porfirio Díaz derrotó a las tropas francesas en 1866.
Este platillo tradicional de la región es un tamal único y sabroso, envuelto en hojas de maíz y preparado con una mezcla de masa, piloncillo, canela y la pulpa de la tamala. El toque final es un relleno de frijoles, que lo convierte en una experiencia gastronómica inigualable.
Aunque se considera un tamal dulce, algunos lo disfrutan con crema, queso y salsa, dándole un giro salado. Existen versiones que incorporan rajas de chile y ajo, ofreciendo una diversidad de sabores para todos los paladares.