10/28/2024 01:47:00 p. m.
"El Silbato" del Ingenio Azucarero de Los Mochis era un indicador de la hora de entrada y salida de los trabajadores, y ya en 2009 se había anunciado por primera vez el cierre definitivo, pero tardó 5 años en llegar esa última zafra.
El fin de una era llegó con el último silbato del icónico Ingenio Azucarero de Los Mochis, cuya presencia definió el desarrollo económico y social del norte del estado de Sinaloa. La factoría por 110 años fue el paisaje y la identidad de la ciudad Los Mochis, hasta agosto del 2014 cuando sonó por última vez "El Silbato".
Con ese último sonido de "El Silbato", el ingenio quedó en silencio, los ecos de su pito que alcanzaban kilómetros de distancia se apagaron, y el aire, alguna vez impregnado del característico olor a caña y tizne, se despidió para siempre. Este nostálgico recuerdo fue revivido en redes sociales por la página "Ciudad X Los Mochis", recordando a sus habitantes el peso histórico que tuvo este sitio.
La tristeza de ver cómo este gigante industrial dejaba de operar se apoderó de cientos de trabajadores y sus familias, el Ingenio Azucarero no solo fue una fábrica; era un símbolo, un emblema de la ciudad, que inundaba el aire con olor a caña, y que hoy está solo en el recuerdo.
El norte de Sinaloa ya había tenido trapiches en la Villa de Ahome y La Florida para la producción de azúcar a través de la caña, pero fue hasta en el año 1902 cuando Benjamin Francis Johnston fundó la Sinaloa Sugar Company, y al año siguiente, comenzó la construcción del ingenio que en 1904 daría paso a la primera zafra, para que se diera el desarrollo industrial de Los Mochis.
Ese mismo año, el 4 de mayo, la destilería comenzó a producir alcohol, marcando oficialmente el inicio de un legado que se mantendría vivo por más de un siglo.
En esa época los trabajadores no tenían derechos, les pagaban con comida, vivían en cuarterías y no tenían permitido entrar a la colonia americana, pero unos años despues llegó la Revolución Mexicana, y con ella se obligó a dar un trato justo a los obreros quienes para 1920 ya estaban formando un sindicato y posteriormente consiguiendo que se les vendieran terrenos para poder tener sus propias viviendas.
Fueron diferentes administraciones la que tuvo el ingenio azucarero de Los Mochis, y cientos de trabajadores que dejaron su juventud en ese lugar; sin embargo, los resto de la fábrica aún están ahí, viendo pasar el tiempo y esperando que se defina en que se van a convertir, en un recuerdo o en una prueba latente de que el corazón de Los Mochis aún se encuentra ahí.