12/22/2024 05:30:00 p. m.
Por estas horas, en Italia se vivió un episodio de la década del treinta. Es que el apellido Mussolini volvió a aparecer en las tribunas, como en la época de los mundiales de 1934 y 1938, cuando el dictador utilizó al fútbol como modelo de propaganda para su país.
El futbol de la Serie B de Italia se encuentra en el ojo de la polémica, luego de que aficionados del equipo Juve Stabia celebraron el gol de uno de sus jugadores realizando gestos fascistas en las gradas, debido que el futbolista que marcó la anotación es bisnieto de una de las figuras más polémicas en la historia de la humanidad.
Y es que el jugador Romano Floriani Mussolini marcó el único gol de la victoria del Juve Stabia frente al Cesena, partido correspondiente a la fecha 18 del futbol de la segunda división de Italia.
Romano es nada más y nada menos que el bisnieto del tirano Benito Mussolini, el cual gobernó Italia entre 1942 y 1945 durante la Segunda Guerra Mundial, siendo uno de los aliados de Adolf Hitler.
Romano es un jugador de 21 años, el cual nació futbolísticamente en las filas de la Lazio y que busca ascender a la Serie A con la Juve Stabia, sin importarle el pasado de su apellido.
Romano y la Juve Stabia, marchan cuarto con 28 unidades, muy lejos del líder Sassuolo (43) y los otros aspirantes a jugar en la Serie A como Sepezia y Pisa (ambos con 37).
Luego de la anotación de Romano, el sonido local nombraba el nombre del jugador, donde es tradición que los aficionados nombres tres veces su nombre, pero un grupo de personas hizo un polémico festejo, el cual ha dado de que hablar en el futbol italiano.
Los aficionados realizaron el saludo fascista extendiendo sus brazos con la palma hacia abajo, en un claro acto de reivindicación a la ideología asociada al dictador Benito Mussolini, bisabuelo de Romano Floriani.
Cabe destacar que el propio Floriani Mussolini, en declaraciones previas, había asegurado que su único interés es el fútbol y pidió no ser juzgado por su apellido. No obstante, la polémica en torno a su figura persiste, aún más cada vez que hechos como este ocurren.