03/11/2025 01:57:00 a. m.
El santoral de este martes 11 de marzo celebra a dos importantes figuras de la religión católica: San Sofronio de Jerusalén y San Eulogio de Córdoba.
Según información del portal oficial del Vaticano, el 11 de marzo se celebra a estos tres santos quienes nunca perdieron la fe.
San Sofronio nació en Damasco alrededor del año 550 en una familia de origen árabe y muy religiosa. Desde joven, Sofronio sintió una gran curiosidad por aprender y, antes de ser monje, trabajó como profesor de retórica, lo que le valió el apodo de "el escolástico" o "el sofista".
Más tarde, decidió unirse al monasterio de San Teodosio, cerca de Jerusalén, y tras un tiempo, viajó a Alejandría, donde conoció a San Juan Moshu, un influyente líder religioso. Sofronio se hizo su discípulo y, juntos, viajaron por Siria, Palestina, Egipto y Roma.
Sofronio fue un firme defensor de la ortodoxia cristiana y luchó contra la doctrina monotelita, que afirmaba que Cristo solo tenía una naturaleza divina y no humana.
Junto con San Máximo el Confesor, Sofronio defendió la creencia de que Cristo tenía dos naturalezas, una divina y una humana. En 633, tuvo disputas con el Patriarca Ciro de Alejandría y el Patriarca Sergio de Constantinopla, quienes no aceptaron su posición sobre la fe ortodoxa.
En 634, Sofronio fue elegido patriarca de Jerusalén, y en su discurso de aceptación, rechazó enérgicamente la doctrina monotelita. Enviaría posteriormente una carta a todos los patriarcas y al Papa Honorio, defendiendo la enseñanza cristiana ortodoxa. Cuando Jerusalén fue tomada por los árabes en 637, Sofronio participó en las negociaciones de rendición.
A pesar de la conquista, Sofronio logró asegurar ciertos derechos para los cristianos a cambio de un tributo anual. San Sofronio falleció el 11 de marzo de 638, un año después de estos eventos.
Cabe destacar que San Sofronio es conocido como el patrono de los lugares santos y el defensor de Cristo
San Eulogio fue un sacerdote católico del siglo IX que vivió en Córdoba, una ciudad controlada por los musulmanes, donde ser cristiano era peligroso. Nació en una familia fervorosamente católica y, desde pequeño, mostró gran devoción y sabiduría.
Durante su vida, se dedicó a predicar, estudiar y compartir su conocimiento con otros cristianos, alentándolos a mantenerse firmes en su fe, incluso durante una dura persecución.
En 850, el gobierno musulmán comenzó a matar a cristianos, y Eulogio escribió un libro para honrar a los mártires. A pesar de ser encarcelado y perseguido, nunca abandonó su fe.
En 858, ayudó a una joven cristiana llamada Lucrecia a escapar de su familia musulmana, pero ambos fueron arrestados y condenados a muerte. Eulogio murió como mártir, dejando un legado de valentía y devoción a Dios.