«Tengo dos hijos y una sentencia de 30 años por secuestro»: María relata cómo vive su día a día en el Penal de Aguaruto

Desde el año 2008, María enfrenta una condena de 30 años de prisión por el delito de secuestro en el Centro Penitenciario de Aguaruto, y relata cómo han sido sus días desde que se le dictó sentencia. 

Con la partida de su madre, y siendo mamá de dos hijos, María expresa que los días en el penal han sido dolorosos y complicados, pero en dios ha encontrado una luz y un propósito de vida. 

A pesar de estar encerrada bajo cuatro paredes, asegura sentirse libre espiritualmente, además sueña con terminar la preparatoria y ejercer una carrera, en este caso, la licenciatura de Derecho, pues manifiesta que le gustaría aplicarla porque considera que hay muchas injusticias, incluso, señala que en su etapa procesal las hubo. 

«No ha sido fácil, es doloroso asimilarlo, hace 3 años mi mamá falleció y ha sido más difícil, pero me fortalezco de mi señor Jesucristo, nada es casualidad, dios tiene un propósito para algo, me tiene en este lugar, a pesar de todo el proceso que he pasado de no ver crecer a mis hijos, le doy gracias a dios porque él me ha fortalecido, a pesar de estar en este lugar, aunque estoy presa entre cuatro paredes, me siento libre espiritualmente», confesó María.

¿Cómo es su vida dentro del penal?

• María realiza manualidades de belleza y costura, sale a caminar en las mañanas, además está haciendo la prepa ahí mismo en el reclusorio, hizo la primaria y secundaria e, incluso, piensa estudiar derecho en el futuro. 
• A la hora de las visitas convive con sus dos hijos, comen, platican y también juega con su nieto. 
• Asimismo, expresa que es una relación muy bonita la que tiene con los hijos y que a pesar del tiempo separados, trata de preguntarles cómo están, cómo les va en la escuela y mediante llamadas procura darle los buenos días y las buenas noches siempre que puede. 

¿Qué es lo primero que haría si fuera libre?

«Sin duda ir con mis hijos, es lo primero que haría si saliera», expresó María.

Afirma que cuando se llega la hora final de las visitas, despedirse cuesta mucho trabajo, a sabiendas de que no son muy frecuentes y no sabe cuándo volverá a ver a sus hijos.

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