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La Cueva del Diablo de Mazatlán: Entre mitos y atracciones turísticas
Este lugar se ha convertido en uno de los destinos más populares para turistas y locales.
FOTO: La Cueva del Diablo de Mazatlán.
En la pintoresca ciudad costera de Mazatlán, un lugar conocido como la «Cueva del Diablo» ha dejado de ser un oscuro rincón temido para convertirse en uno de los principales atractivos turísticos del destino.
Pero, ¿por qué este lugar lleva ese nombre y qué misterios se ocultan detrás de él?
De acuerdo con lo ya expuesto por el cronista de la ciudad, Enrique Vega Ayala, el nombre viene de una tradición oral.
«El nombre viene de tradición oral. La gente así le empezó a nombrar y así la mencionan. Se oficializó cuando le pusieron 'El Diablo' como símbolo en la entrada, pero popularmente así se lo conocía», precisó.
La versión más extendida de la historia cuenta que en esta cueva se solía afirmar que se aparecía el diablo, un relato que posiblemente se utilizaba en el pasado para disuadir a los curiosos y mantener alejados a quienes vagaban por la zona.
Esta creencia se vio reforzada por el olor a azufre que se asociaba al lugar debido a que en él se almacenaba la dinamita utilizada en la demolición del Cerro de la Nevería durante la formación del actual Paseo Claussen.
Aunque el olor a azufre ya no impregna el ambiente, la leyenda persiste, y la cueva ha sido objeto de numerosos mitos a lo largo de los años.
Uno de ellos sugiere que la cueva es tan profunda que conecta con la Capilla de San José al otro lado del Cerro, proporcionando un pasadizo secreto utilizado por las hijas de familias adineradas durante las batallas de la Revolución Mexicana.
Sin embargo, investigaciones recientes han demostrado que la cueva tiene una profundidad de no más de 15 metros y no presenta conexiones subterráneas con otras estructuras.
Atractivo turístico
- A pesar de su historia de misterio y leyendas, la «Cueva del Diablo» se ha convertido en uno de los lugares más queridos para tomar fotografías en Mazatlán.
- Su ubicación cercana a lugares emblemáticos como Olas Altas, el Clavadista y El Malecón la convierten en una parada obligatoria para quienes visitan la ciudad.
La «Cueva del Diablo» de Mazatlán es un ejemplo de cómo una historia de temor puede transformarse en una atracción turística querida, manteniendo viva la tradición y la intriga en este encantador rincón de México.
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